David R. Alves
La sangre que Cristo derramó en la cruz no fue sangre ajena, Hebreos 9:25, fue su propia sangre, Hebreos 13:12. Es sangre inocente, Mateo 27:4, y es preciosa, 1 Pedro 1:19, Su eficacia es eterna, Hebreos 13:20. La sangre de Cristo tiene poder.
- Cumple de manera final y definitiva el requerimiento de justicia divina para que Dios pueda perdonar al pecador. “Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”, Hebreos 9:22.
- Es la base del nuevo pacto. Cristo dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”, Lucas 22:20.
- Es el precio que Cristo pagó para redimirnos de la esclavitud del pecado: En Cristo “tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”, Efesios. 1:7.
- Nos limpia del pecado. “La sangre de Cristo…limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo”, Hebreos 9:14. “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”, 1 Juan 1:7.
- Nos ha acercado a Dios y nos da libertad para entrar a su presencia. “Ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”, Efesios 2:3. “Teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo”, Hebreos 10:19.
- Es la base de nuestra reconciliación y paz con Dios. “Por medio de él [Cristo] reconciliar…haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”, Colosenses 1:20.
- Por la sangre de Cristo, Dios nos declara justos. “Estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”, Romanos 5:9.
- Es la base de nuestra santificación. “Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”, Hebreos 13:12.
- Nos une a Cristo, a quien Dios mira con satisfacción. “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre”, Romanos 3:25.
- Es el precio de una iglesia local. “La iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”, Hechos 20:28
Cantemos con gozo:
Hay poder, sí, sin igual poder,
en Jesús que murió,
Hay poder, sí, sin igual poder
por la sangre que vertió.
Con razón cantaremos al Señor en el cielo: “Tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”, Apocalipsis 5:8-9.
