David Alves Jr.
El 6 de Enero se celebra una tradición llamada el “Día de Reyes”, o antiguamente conocida como “La Epifanía”. Los niños recibirán regalos para conmemorar la creencia de que tres reyes magos llamados Baltasar, Melchor y Gaspar viajaron a Belén para ver a Jesús al haber nacido para presentarle regalos. Según llegaron cuando también estaban los pastores que habían sido avisados por los ángeles del nacimiento del Señor. Dicen que uno era Asiático, otro era Africano y que el otro era Caucásico. Afirman que llegaron montados en un camello, un caballo y un elefante.
¿Qué dice la Biblia en cuanto a esto?
La única porción en toda la Palabra de Dios que habla sobre esta visita que recibió Jesús es en Mateo 2:1-12. Más allá de lo que dicen las tradiciones de hombres, lo que siempre debería interesarnos, es saber qué dice Dios en la Biblia. Según la Palabra de Dios, notamos lo siguiente.
- La Biblia no dice que eran reyes. Lo que sí dice es que eran magos. No eran magos en el sentido de que hacían magia, sino que era un título dado por los Babilonios, Medos, Persas y otros, al referirse a personas que eran sabios, maestros, sacerdotes, médicos, astrólogos, etc… Los regalos que ofrecieron, especialmente el incienso y la mirra, harían pensar que posiblemente eran sacerdotes; pero de lo que sí estamos seguros, es que eran astrólogos, hombres que estudiaban las estrellas. Podemos afirmar esto porque fue una estrella que observaron que les guió a donde estaba el Señor.
- La Biblia no dice que eran tres. No sabemos cuántos eran. La palabra magos está en plural. Por lo tanto, sabemos que eran por lo menos dos. Así como podían ser dos, pudieron haber sido veintidós. No porque fueron tres regalos, significa forzosamente que eran tres magos.
- La Biblia no nos da sus nombres. Solo Dios sabe por qué, pero él escogió no revelarnos sus nombres. Quizás porque no eran ellos lo que tenían la importancia en esta historia. Lo más especial en ellos fue lo que hicieron y no quienes eran. Se postraron ante Jesús y le presentaron sus tesoros al adorarle.
- La Biblia no dice que uno era Asiático, otro Africano y el otro Caucásico. Solo se nos dice que eran del oriente.
- La Biblia no dice que llegaron montados en un camello, un caballo y un elefante. Lo que se enfatiza es el gozo que sintieron al llegar a la casa donde estaba el Señor y que fue un viaje riesgoso porque el rey Herodes estaba enfurecido de recibir la noticia de que el Rey de los judíos había nacido.
- La Biblia no dice que llegaron al haber nacido Jesucristo cuando también estaban presentes los pastores. Según Lucas capítulo 2, cuando el Señor nació fue envuelto en pañales y puesto en un pesebre. Esa misma noche los pastores fueron a verle, cuando recibieron la noticia de los ángeles al estar en el campo, de que había nacido “un Salvador, que es Cristo el Señor”. Según Mateo capítulo 2, los magos fueron guiados, no a un pesebre, sino a una casa. La lectura también demuestra que no estaba en el pesebre, sino que “vieron al niño con su madre María”. Esto quiere decir que los magos no estuvieron la noche que nació Jesucristo, sino que fueron tiempo después a mirarle. ¿Cuánto tiempo? No podemos saber exactamente. Lo que sí sabemos es que no tenía más de dos años, porque cuando Herodes se enteró de su nacimiento, mandó a matar a todos “los niños menores de dos años que había en Belén y en todos su alrededores”. Esto quiere decir que José y María, quienes habían estado viviendo en Nazaret antes del nacimiento del Señor, viajaron a Belén donde él nació y se quedaron a vivir allí por un tiempo. Vivieron en Belén hasta que Herodes mandó a matar a todos los bebés. De allí se fueron a Egipto porque así le fue revelado en sueños a José por un ángel; y cuando murió Herodes, ya no regresaron a Belén, sino que se fueron a vivir a Nazaret.
Con todo esto que hemos considerado, no se preocupe cuántos hombres eran, cómo se llamaban, sobre qué venían montados o de qué raza eran. Mejor enfóquese en lo que realmente tiene valor. Sea como estos hombres que reconocieron la grandeza de Jesucristo al viajar a dónde él estaba, al adorarle postrándose ante él y al regalarle tres tesoros. No se postraron ante María, se postraron ante el Hijo de Dios. Confíe en él, es el único que puede rescatarle de sus pecados y del infierno. Jesucristo vino a este mundo para morir y resucitar por nuestros pecados (1 Co. 15:3, 4).

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