Temas contemporáneos

La Inmoralidad de la Eutanasia

David Alves Jr.

La palabra “eutanasia” proviene de dos palabras en griego; eu que significa “buena”, y thanatos que significa “muerte”. La eutanasia es supuestamente la “buena muerte”, porque se le quita la vida a una persona que sufre una enfermedad que no puede ser curada y que le hace padecer en demasía.

El 8 de Enero de 2022, apareció en las noticias una nota sobre una mujer en Medellín, Colombia que murió por eutanasia. El título del comunicado decía: “Martha accedió a la eutanasia y tomó el control de su vida”. De acuerdo al autor de este artículo, “Martha Sepúlveda accedió a la eutanasia y murió de acuerdo con su autonomía y dignidad”.

¿Qué dice Dios al respecto? ¿Es moral, inmoral o amoral? ¿Tiene la persona el derecho de decidir que quiere finalizar su vida a través de un procedimiento médico?

La ciencia médica y algunos gobiernos en el mundo apoyan la eutanasia. Es algo que se está convirtiendo en algo más y más común. Defienden su ideología antagonista a Dios, al decir que las personas deberían de tener el derecho de morir por eutanasia, porque de esa manera mueren con dignidad. Creen poder definir lo que es la misericordia, porque consideran que esta es la mejor manera de mostrarle a alguien misericordia, tanto al que sufre como a la familia. Apoyan esta idea porque consideran beneficioso el alivio económico que recibirá la familia al ya no tener que pagar todos los gastos médicos del ser querido enfermo. Consideran que las personas tenemos autonomía al poder tener el derecho de decidir hacer lo que queramos con nuestras vidas. Los gobiernos lo ven muy bien, ya que la muerte de personas con enfermedades crónicas generan una gran carga económica para ellos.

¿Son válidas estos razonamientos? ¿Tiene la ciencia médica o los gobiernos la potestad de realizar dictámenes sobre la moralidad? ¿Debemos como creyentes creer todo lo que ellos dicen?

Este tema es un ejemplo de muchos, en los cuales vemos que no podemos confiar en la ideología de los médicos ni de los políticos. Dios rotundamente prohibe la eutanasia, y sin ninguna duda, es algo que establece como siendo inmoral.

Foto por Miguel Gomez

La vida es sagrada porque es un regalo que Dios nos ha dado. No tenemos la autoridad de decidir cuándo queremos que finalize nuestra vida, por más que estemos sufriendo. El sexto mandamiento en las tablas de la ley, claramente establece: “No matarás” (Éx. 20:13). Dios no nos ha otorgado el derecho de tomar control de nuestras vidas o las vidas de los demás.

La vida también es sagrada porque fuimos creados a imagen de Dios (Gn. 1:27; 9:6). Atentar voluntariamente contra nuestras vidas, es atentar contra Dios. Tenemos el derecho moral de quitarle la vida a un animal para alimentarnos, porque los animales no son creados a imagen de Dios. Fueron creados para nuestra alimentación. También sería moral permitir que la vida de un animal sea quitada por estar padeciendo mucho. Pero quitarle la vida a un ser humano es completamente distinto. Nosotros no somos animales, somos creados a imagen del Todopoderoso. No poseemos la autonomía de decidir la duración de nuestra existencia. Nuestra vida depende de Dios.

Dios es el que hace morir y el que hace vivir (Dt. 32:39). Como con el aborto, así también con la eutanasia, nosotros no tenemos el derecho de interrumpir una vida. Esto no aplica cuando se desconecta del ventilador a una persona que ha sido declarada clínicamente muerta. En la eutanasia, es matar a una persona completamente consciente de lo que está sucediendo. Job reconoció que es Dios el que da la vida y es él el que la quita (Job 1:21). Es el Creador el que le pone límites a nuestra vida sobre esta tierra (Job 14:5; Heb. 9:27). Nosotros no somos quienes para cambiar ese límite y decidir cuándo vamos a morir.

La palabra de Dios nos pide que aceptemos lo que él permita en nuestras vidas, incluyendo la enfermedad. Truncar una vida por causa de una enfermedad, es querer evadir la voluntad de Dios en la vida de una persona. Debemos aceptar la soberanía y la providencia de Dios cuando él decide que suframos alguna enfermedad crónica. “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza” (Rom. 5:3, 4). Todo lo que sucede en nuestras vidas, aún si es dolor y enfermedad, es para la gloria del Dios que todo lo sabe. Él no se equivoca. Por más difícil que sea, sigamos lo escrito por Santiago. “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para sean perfectos y completos, sin que nada les falte” (Stg. 1:2-4). Como Job en su enfermedad, nosotros también podemos entender que Dios está permitiendo todo para que al probarnos salgamos de esto como el oro (Job 23:10).

El cristiano no piensa en morir por eutanasia porque acepta la perfecta voluntad de Dios que siempre opera para nuestro bien y para su exaltación. De igual manera, tiene su expectación puesta en el día de Cristo cuando nuestros cuerpos serán transformados y dejaremos de sufrir estas enfermedades que agobian nuestros cuerpos. Lo triste de todo esto es que el que no cree en el Señor, si muere por eutanasia, no encontrará alivio. Su alma va a un lugar de tormento eterno.

La eutanasia rebasa los lineamientos que Dios ha establecido sobre la vida del ser humano, y por lo tanto, su práctica es inmoral, sin importar lo que afirmen los médicos y los gobernantes.

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