Vida Cristiana

Adoración y Discipulado Familiar

David Alves Jr.

Si estás casado y tienes hijos, a parte de Dios, ellos deben ser las personas más importantes en tu vida. Su bienestar espiritual debe ser lo que más te ocupe y preocupe. Nuestra vida será un fracaso, si nos entregamos por completo a servir incansablemente a la iglesia y si nos enfocamos a predicarle a toda criatura, pero descuidamos a nuestra familia.

Padres que descuidan su comunión personal con Dios, descuidarán que sus familias tengan un tiempo de comunión con el Señor. La ley de Moisés enseña en Deuteronomio 6, que los padres que aman y temen a Dios, y obedecen su palabra, se preocuparán por enseñarle a sus hijos acerca de Dios. Padres que no educan a sus hijos en las cosas de Dios, pecan contra él. Su mandamiento es claro: “Instruye al niño en su camino” (Pr. 22:6). Este tiempo en familia en presencia de Dios, no es opcional, es algo que él te manda hacer. Si no tienes este tiempo con tu familia, siempre hay la oportunidad de comenzar a hacerlo.

Los hermanos de tu iglesia ni la Escuela Dominical ni tus padres o suegros, tienen la responsabilidad primaria de educar a tus hijos en los caminos del Señor. Esa encomienda es para ti. El Dios que te bendijo con esos preciosos hijos, espera que seas tú el que inunde sus mentes con todo conocimiento acerca de él. Por eso es fundamental que cada familia aparte tiempo para que juntos adoren a Dios y para que padres puedan discipular o enseñar a sus hijos.

Un día, tú y yo, estaremos frente al Señor, y le tendremos que dar cuentas por la forma en la que guiamos a nuestra familia a adorarle y obedecerle. Nuestros hijos no son simples humanos que viven en nuestra misma casa. Nuestra familia es una mayordomía que Dios nos ha delegado, y él nos pedirá cuentas sobre esto. Según el Salmo 127, son la herencia que Dios nos ha dado y es bienaventurada la persona que tiene hijos. Si decimos valorar el tesoro que Dios nos ha dado en ellos, mostrémoslo al enseñarles siempre acerca de Dios.

Sería muy provechoso que como familia apartarán un tiempo para la adoración de Dios y para discipular a los hijos. Cada familia tiene horarios distintos, y por lo tanto, cada familia escogerá el tiempo que más les convenga. La idea es que ambos padres y todos los hijos estén presentes. Todo aparato electrónico se apagará o guardará para no causar distracciones. El deseo debe ser no permitir que compromisos o visitas interrumpan este tiempo. Su familia, vecinos y amistadas, tendrán que entender que ese tiempo como familia con Dios, es sagrado.

Este tiempo se aparta para orar, leer la Biblia y posiblemente cantar un himno. En cuanto a la oración, el varón como cabeza del hogar, será el que guíe a la familia en la oración. Si por alguna razón, el padre no está presente o no es creyente, la madre será la que orará. Los hijos pequeños aprenden a orar al escucharte a ti. No sería propio que un niño de seis años guíe a la familia en oración.

A través de estas oraciones, se le enseña a los hijos que nuestro objetivo como familia, siempre debe ser adorar a Dios. En sus oraciones, no solo pida por las necesidades que hay, sino adore a Dios mencionando sus atributos, como lo son: su grandeza, poder, santidad y gloria. Sus oraciones deben profundizar el conocimiento de sus hijos en relación al Señor. Les enseñamos acerca del amor de Cristo al orar sobre lo que él hizo por nosotros en el madero.

Aprenden a ser agradecidos por todo lo que tenemos porque le damos gracias a Dios por todo lo que él nos da. Al orar, les debemos ser de ejemplo, al enseñarles a preocuparse por los demás. Se suplica por personas que están padeciendo alguna necesidad. No solo oramos por las necesidades de nuestra familia, sino también por las de otras personas.

Les mostramos que debemos ser más sensibles al pecado, al confesarle al Señor nuestras faltas. La confesión de pecado en las oraciones es común en oraciones registradas en la Palabra de Dios, pero no son comunes en nuestros tiempos.

Oramos por la salvación de nuestros hijos por nombre. Esto les hará ver la preocupación que tenemos por sus almas y les recordará sobre la responsabilidad que tienen de arrepentirse. Debemos ser como Ana quien oró por Samuel para que su vida fuera para la gloria de Dios (1 Sam. 1:27)

Como familia, oramos pidiendo que el evangelio sea prosperado donde vivimos y en todo otro lugar. Tomen un mapa y oren por cada estado, provincia o departamento de su país. Escojan un continente y oren por cada uno de los países que lo conforman. Pidan por evangelistas y sus familias que conocen para que el Señor les ayude en las labores que hacen. Esto les marcará en sus corazones el deseo de ver el evangelio expandirse por todo el mundo, y pudiera ser una manera en la que Dios ponga en sus corazones dedicar sus vidas al evangelio.

Si la familia ora antes de leer un pasaje, también se puede pedir que Dios nos hable a través de su Palabra.

Foto por Priscilla du Preez

Se debe orar en familia, pero también leer y estudiar la Biblia. Hay familias que desean leer devocionales, y puede ser útil, pero siempre debe estar muy claro en nosotros, que nada puede sustituir la Palabra de Dios. Es recomendable que sea lea toda la Biblia consecutivamente, desde Génesis a Apocalipsis. Si sus hijos son pequeños, no alargue sus oraciones ni tampoco lea mucho. Es mejor que el tiempo en familia sea corto pero bien aprovechado, a que sea largo, y que los niños no capten nada. Será difícil que sus hijos retengan todo lo que enseña un capítulo, ya que la mayoría son extensos.

Sus hijos que saben leer, deben llegar a esta reunión familiar con sus Biblias. Sería bueno que cada miembro de la familia leyera. Al final de la lectura, los padres deberían explicar lo que se ha leído y deberían hacer preguntas para estar seguros de que se entendió la lectura. Si hay palabras que no son entendibles, se debería consultar un diccionario; si se leyó acerca de un lugar, tengan a la mano un Atlas Bíblico. Anime a sus hijos a hacer apuntes en una libreta sobre lo que aprendieron. Hermano, esta no es una reunión de la iglesia; así que no habría ningún problema en que su esposa o sus hijos hagan preguntas o comentarios sobre la lectura. Como puede ver, la idea no es hacerlo solo por cumplir. La idea es hacerlo para que sea un tiempo de mucho provecho.

Debemos ayudar a nuestros hijos a leer y entender la Palabra del Señor, pero también memorizarla. Cada día, repita con ellos un pasaje que ellos puedan aprenderse de memoria. Nuestro objetivo debe ser que nuestros hijos sean como Timoteo y que nosotros seamos como su madre Eunice y su abuela Loida (2 Tim. 1:5). Por causa de ellas, Pablo le dijo a Timoteo: “Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras” (2 Tim. 3:15).

Nada tiene la misma importancia que orar y leer la Biblia en familia, pero quizás también sea de bendición que canten himnos juntos. Cantar coros de niños está bien, pero himnos espirituales les ayudarán mucho en su entendimiento de Dios y de todo lo relacionado a él. Pueden cantar todos los himnos en un himnario. Los que no se sepan, los pueden aprender. La otra opción es escoger un himno y cantarlo durante una semana. Debemos cantar con el entendimiento (1 Co. 14:15), así que debemos explicarle a nuestros hijos lo que significan las palabras del himno. Si sabe quién escribió el himno y en qué circunstancias se escribió, cuénteselo a sus hijos.

Ya se han mencionado algunos beneficios que tendrán para tu familia, leer, orar y cantar juntos. Pero hay otras bendiciones. Ayudará a tus hijos a saber cómo comportarse cuando está reunida la iglesia. Cuando tenemos la adoración y el discipulado familiar, debemos enseñarle a los hijos que deben estar en silencio, bien sentados y poniendo atención. Si no tienen esta disciplina en casa, difícilmente se portarán bien cuando vayan a los servicios. Este tiempo familiar les ayudará en sus estudios escolares. Les ayudará a desarrollar sus habilidad escolásticas al mejorar su lectura, ortografía, gramáticas, retención de información y conocimiento general de historia, geografía, ciencia, géneros literarios, etc… Este tiempo también les permitirá pasar tiempo en familia. En nuestra sociedad, es atípico que una familia se siente y pase un tiempo en convivencia. Ver una televisión juntos no es una verdadera convivencia.

Debemos tener este tiempo de adoración y discipulado familiar, pero no debemos remitirnos a solo hablar de Dios y de su Palabra durante ese tiempo que apartamos. De acuerdo a Deuteronomio 6, debemos hablarles a nuestros hijos acerca de Dios al estar en casa, al caminar, al acostarnos y al levantarnos. Al admirar tus hijos una flores, podemos hablarles sobre la belleza de la creación de Dios. Cuando pelean entre ellos, al corregirles, podemos hablarles sobre la santidad y el perdón de Dios. Si algo sobrenatural ocurre a nuestro alrededor, les podemos señalar acerca de la necesidad que tienen del Salvador. Si muere un conocido, esa es una oportunidad en la que les podemos hablar acerca de aquello que es eterno. Dios y su Palabra deben acompañarnos a donde quiera que vayamos.

El Señor nos apoye para que este tiempo en la presencia de Dios como familia, resulte en que nuestros hijos sean salvos y que como familias honremos siempre a Dios.

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