David Alves Jr.
Recientemente hubo una campaña publicitaria en Alemania en la que aparece una imagen de una mujer con sus dos hijos. Uno de ellos está parado a su lado y el otro está en sus brazos. El anuncio contiene la siguiente pregunta: “Zukunft odre Klimakiller?” que se traduce al español como: “¿El futuro o el asesino del clima?”
Este anuncio está dando a entrever que realmente los niños no son el futuro de este planeta, sino que su existencia afectará al mundo y contribuirá al supuesto calentamiento global. Alemania no es el único país que está promoviendo esto. Hay otros países donde los gobiernos buscan distintas maneras para desanimar a que las parejas de hoy en día tengan hijos. Hay países donde se prohibe tener más de un cierto número de hijos y hay otros países donde los recién casados reciben apoyos económicos por no tener hijos.
Tal ideología podría llegar a afectar la forma en la que pensamos los que somos creyentes en Cristo. Si nos dejamos llevar por la corriente de este mundo (Ef. 2:2) podríamos llegar a pensar que no debemos tener hijos para no contribuir a la contaminación global o traer a este mundo asesinos del clima, como lo insinúa el anuncio publicitario.
Consideremos dos razones por las que padres cristianos deberían tener el deseo de procrear hijos. Hay dos cosas muy importantes que Dios nos comunica en la Biblia al respecto.
Dios pide que tengamos hijos. Estableció esto para la humanidad al decirle a Adán: “Fructifíquense y multiplíquense” (Gn. 1:28). De igual manera con Noé a quien le pidió que llenara la tierra (Gn. 9:1). En el Nuevo Testamento vemos a Dios también teniendo el mismo deseo (1 Tim. 2:15; Tit. 2:4). No hay ni la más remota sugerencia en las Escrituras que en algún tiempo de la humanidad deberíamos de dejar de tener hijos.
Dios enseña una y otra vez en su palabra que los hijos son una bendición. Nunca son vistos como asesinos del clima. La persona que tiene hijos es bienaventurada (Sal. 127:3-5). En ese pasaje dice que debemos llenar nuestra aljaba de ellos, lo cual es completamente lo contrario a lo que el mundo nos dice sobre qué deberíamos de hacer. Jamás veamos a los niños como un factor dañino para nuestras vidas o para el bienestar del planeta tierra. La misma ideología diabólica que promueve el asesinato de millones de bebés aún en gestación, es la que quiere que pensemos que los niños vienen a este mundo a devastar el mundo.
Dios creó el universo y lo sostiene; y él también es el diseñador del matrimonio y del núcleo familiar. Hagámosle caso a él, no a este mundo, que está viciado por tanto engaño del maligno que siempre opera para oponerse a Dios y para dañar a la humanidad.
