David Alves Jr.
“Les he puesto delante la vida y la muerte” Dt. 30:19
Después de pronunciar las maldiciones que acontecerían a Israel por no cumplir la ley de Jehová, ahora se les promete distintas bendiciones. Podían ser partícipes de estos beneficios si se arrepentían, si se convertían a Dios y si le obedecían con todo su ser. Para Dios no sería suficiente que lo hicieran a medias y para él sería detestable si lo hacían hipócritamente. Tenían que obedecerle con todo su corazón y con toda su alma (v.2). Tenían que amarle con todo su corazón y con toda su alma (v.6). Tenían que convertirse a él con todo su corazón y con toda su alma (v.10).
El Señor que nos ha redimido a nosotros por medio de la sangre de Jesús, exige que todo lo que somos, espíritu, alma y cuerpo, sean apartados a él (1 Tes. 5:23). Entre más contemplamos lo que el Salvador ha hecho por nosotros en el madero de maldición, más deseo tendremos de cederle completamente todo lo que somos. No podemos rendirle a Dios la mitad de lo que somos. No podemos consagrarle a Dios la mayor parte de nosotros. Él quiere todo de nosotros. Jesucristo sufrió para que podamos ser hechos de él. El Hijo de Dios nos rescató para que seamos esclavos suyos.
Las bendiciones aseguradas a la descendencia de Jacob en Deuteronomio 30 fueron las siguientes:
- Hacer volver los cautivos
En parte se cumplió cuando Israel regresó a su tierra después del exilio. Jehová les estaba prometiendo libertad. El Señor Jesús es nuestro Libertador. De él se profetizó que vendría a publicar libertad a los cautivos (Isa. 61:1). Le prometió al pecador: “conocerán la verdad, y la verdad les hará libres” (Jn. 8:32). - Tener misericordia de ellos
Sea Israel o la iglesia, ¿qué sería de su pueblo si el Dios del cielo no hubiese tenido misericordia de nosotros? “Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Rom. 11:32). Es extraño que los que más hemos experimentado la misericordia de Dios, no mostremos eso mismo hacia los demás. Jamás debemos acostumbrarnos a este atributo de Dios. - Volver a recogerlos de entre todos los pueblos
Dios debió haber desechado a su pueblo para siempre por toda su maldad, pero se les promete que un día los recogerá. Esto habla de su ternura. Este trato vino a darles el Señor Jesús cuando quiso juntarlos como lo hace la gallina con sus polluelos, pero no quisieron (Mt. 23:37; Lc. 13:34). Un día Israel será recogida y llevada como el pastor apacienta a su rebaño y en su brazo y en su pecho lleva a los corderos (Isa. 40:11). El hecho de que Jehová habla de recoger a los suyos, habla también de la delicadeza que Jesús ha tenido con nosotros. Él siendo el buen pastor, nos halló perdidos y nos puso sobre sus hombros para llevarnos a un lugar seguro como lo es el redil. - Los hará volver a la tierra
El pacto entre Dios e Israel enfatiza el hecho de que los Hebreos habrían de morar en su territorio. Retomaron su heredad cuando regresaron de Babilonia, pero tendrá su cumplimiento final cuando tomen su tierra en el milenio. A pesar de todo lo que han sufrido y seguirán padeciendo los judíos, nada podrá impedir que esto se lleve a cabo. Nosotros también podemos estar seguros de un día heredar el reino que Dios tiene preparado para nosotros. El Rey tuvo que derramar su sangre para dárnoslo. - Circuncidará su corazón
Dios les prometió darles un nuevo corazón para poder agradarle. Lo mismo se les prometió en Ezequiel 36. “Les daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (v.26, 27). Esto es exactamente lo que Dios ha hecho en nosotros a través de la regeneración. Hemos podido ser transformados por medio de la muerte y la resurrección de Jesucristo. Por él es que hemos podido morir al pecado y andar en novedad de vida. - Maldiciones sobre sus enemigos
Lo mismo se le prometió inicialmente a Abraham, el padre de los hebreos. Israel podrá morar con seguridad en su tierra porque Dios vencerá a sus enemigos. Al final de todo, Dios habrá vencido a nuestros enemigos. La muerte, el pecado, el diablo, todo será conquistado y derrotado. - Obediencia a la ley
Todas estas bendiciones resultarán en que Israel podrá obedecer la ley de Jehová. Lo que les había resultado imposible hacer por causa del pecado, lo podrán realizar por medio de los cambios que Dios hará en ellos. La incapacidad de Israel, y la nuestra también, en obedecer la ley, puede ser claramente contrastada por aquél que la cumplió en nuestro lugar. El Señor Jesucristo cumplió lo que nosotros no podíamos, para que se hiciera este gran cambio en nosotros, y así pudiésemos obedecer lo preceptos de Dios. - Abundancia y prosperidad
Se le prometió también a Israel que prosperarían en todo lo que harían. Habla de la riqueza espiritual tenemos y que tendremos por medio de Cristo Jesús. A través de su vida, muerte y resurrección, hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual (Ef. 1:3).
Dios le propuso a Israel que escogieran entre la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Por gracia de Dios, nosotros hemos escogido la vida y la bendición. El Padre tuvo a bien conocernos y predestinarnos desde la eternidad para que podamos gozar todas las bendiciones que nos ha otorgado por la gran obra hecha por su Hijo.
