David Alves Jr.
Su Trasfondo
En las mismas fechas que murió nuestro Salvador, nació Clemente de Roma. Esto significa que su conversión a Dios fue en el primer siglo.
Tuvo el privilegio de conocer y de ser enseñado por los apóstoles. Ireneo de Lyon escribió acerca de cómo Clemente continuaba con las enseñanzas de los apóstoles haciendo eco en sus oídos. Después de la muerte de Pedro y de Pablo, todo indica que Clemente sirvió en la iglesia en Roma como uno de los obispos. Algunos han especulado que él es el Clemente mencionado en Filipenses 4:3.
También es conocido por una carta que escribió y que envió a la iglesia en Corinto en el año 96 después de Cristo. Vamos a estar considerando distintos aspectos del contenido de esa carta que es muy llamativa. Aunque no es un texto inspirado por Dios, como sí lo es lo que encontramos en el Nuevo Testamento; es provechoso que estudiemos lo que él escribió. Es probable que la carta de Clemente de Roma a los Corintios, sin contar los libros inspirados por Dios, sea el documento mas fidedigno con mayor antigüedad.
Este hombre de Dios fue fiel hasta el final. Tuvo el inmenso privilegio de morir por causa del evangelio. No negó al Señor a pesar de que lo amenazaron de muerte. Por no negar al Señor quien dio su vida por él; padeció, al amarrársele un ancla al cuello, y ser echado a las aguas del mar Negro. Amaba al Señor de tal manera que estuvo dispuesto a morir ahogado por él.
Su Carta
Este documento de Clemente a la iglesia en Corinto, revela cosas muy interesantes acerca de él como persona y de la congregación a la cual él se dirigió. (Puedes encontrar esta carta en el internet y leerla de manera gratuita).
Las Condiciones en Corinto
Todo hombre espiritual, antes de tratar con las deficiencias, primero menciona las cualidades. Clemente hizo esto al reconocer varias virtudes en los hermanos corintios. Él describe su fe, piedad, moderación, sobriedad, hospitalidad, conocimiento, imparcialidad, obediencia, amor, y otras cosas más. Había tal grado de devoción a Dios, que Clemente les recordó de dos hermanas de Corinto que por su fidelidad al Señor, estuvieron dispuestas a morir por el evangelio. Sus nombres fueron Danaids y Dircae. Imagínate pertenecer a una congregación donde creyentes estaban dispuestos a sacrificar sus vidas para el Señor.
El documento elaborado por Clemente explica que las cosas en Corinto se deterioraron cuando surgieron envidias y contiendas. Los necios se levantaron contra los sabios. Pastores impetuosos y auto-suficientes llevaron a cabo una sedición. En vez de que hubiese armonía y sujeción en la iglesia de Dios, llegó a haber rebeldía. Es lamentable cuando en una asamblea hay hombres semejantes a estos. En vez de sujetarse al Señor, se sublevan ante él, y terminan enseñoreándose sobre los que se oponen a ellos. Esto nunca debe suceder.
Clemente también mostró una gran madurez, al escribirle a los Corintios, después de que ellos le escribieron a él. Siguió el ejemplo de Pablo, quien también le escribió a los Corintios, después de ser guiado por Dios a hacerlo, y después de haber recibido una carta de la familia de la hermana Cloe. Por lo que deducimos, Clemente no era un hombre que deseaba entrometerse en asuntos ajenos; pero sí era alguien que estaba dispuesto a ayudar, si es que su ayuda era requerida.
¿Cuántos se meten en asuntos de otros lugares que no les corresponden? Ancianos se preocupan por los manejos de otras iglesias o misioneros regresan a sus países natales, pero con un celular en la mano, gobiernan a las iglesias que dejaron atrás.
También percibimos en lo escrito por Clemente que nunca los amenazó ni les dijo que debían hacerle caso o tal cosa iba a suceder. Eso no lo hace un hombre de Dios. Clemente presentó su perspectiva en base a la palabra de Dios, y habrá orado sin cesar por ellos, pero no hizo más. Hoy en día, está de moda decirle a hermanos: “Si no hacen tal cosa, les cortaremos la comunión.” Estos son hombres que no conocen la palabra de Dios, porque el Nuevo Testamento nos hace ver que una iglesia no pertenece a algo para que pueda ser cortada de ahí. Únicamente le pertenece al Señor.

Las Convicciones de Clemente
Doctrinalmente, podemos notar que habían varios temas que eran comúnmente aceptados por Clemente y por los Corintios. La resurrección de Cristo, la resurrección de su pueblo, el sumo sacerdocio de Jesús, la superioridad de Cristo, la justificación por medio de la fe, por citar algunos ejemplos. Todas estas doctrinas fundamentales las encontramos en el Nuevo Testamento. Estas son doctrinas que deben enseñarse y aceptarse hasta la venida de Cristo.
La manera en la que Clemente describe a los creyentes en general en esta carta, va muy de acuerdo con lo que leemos en las epístolas de los apóstoles del Señor en el Nuevo Testamento. Él trató de recordarle a los Corintios que los que hemos creído en Cristo, hemos sido llamados, elegidos, santificados y perdonados. En más de una ocasión, hace mención del valor de la sangre de Jesús. Estaba convencido del valor supremo de la obra de Jesucristo a favor de los pecadores.
En sus saludos iniciales, que son muy parecidos a los que hacía Pablo, encontramos una alusión directa al hecho de que creía en la deidad de Jesús. Le escribió a los Corintios, deseándoles “gracia y paz de Dios Todopoderoso por medio de Cristo Jesús”. Clemente en su carta únicamente le rinde palabras de adoración a Dios y a su Hijo Jesucristo. Por ejemplo, al final él les escribió: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes, y con todos en todo lugar que han sido llamados por Dios por medio de él, por quien a él sea la gloria, honor, poder, majestad y dominio eterno, desde la eternidad a la eternidad. Amén.” Con estos comentarios que hizo, estaba poniendo a Dios Padre y a Dios Hijo en un mismo nivel, porque ambos son Dios. Esto muestra que los creyentes del primer siglo creían en la deidad del Salvador. Las sectas están completamente equivocadas cuando hoy en día aseveran que la doctrina de la Trinidad fue un invento del hombre, tiempo después de la muerte de Cristo.
Clemente también tenía una doctrina muy sana, en cuanto a la persona de Dios. Le recordó a los corintios sobre distintos atributos de nuestro Padre, que habrán sido muy preciosos para los cristianos en el primer siglo, como lo son para nosotros en el siglo 21. Los antiguos se enfocaban mucho en estudiar los atributos de Dios. Esto les permitió tener un conocimiento muy profundo sobre él y les animó a vivir una vida de adoración y de separación a Dios. En cuanto al Señor, Clemente escribió acerca de su carácter glorioso, su omnipotencia, su omnisciencia, su soberanía y su poder como el Creador de todas las cosas.
La inspiración de las Escrituras también fue una doctrina de la que estaba convencido Clemente. Habló de la Biblia como siendo “los oráculos de Dios”. Le escribió a los Corintios sobre el hecho de que “las Escrituras son los dichos verdaderos del Espíritu Santo”. Cuando citó ciertos pasajes, los mencionaba como siendo palabra del Espíritu Santo. En su carta, Clemente mencionó a unos veinte personajes mencionados a lo largo de la Biblia; y citó más de sesenta veces pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. ¿Creían Clemente y los hermanos de Corinto en la veracidad de la palabra de Dios? ¡Sin ninguna duda!
No permitamos que el diablo siembre en nuestras mentes dudas sobre la confiabilidad de las Escrituras. Hace 2,000 años Clemente basó sus indicaciones a los Corintios sobre la palabra de Dios. Clemente en su carta a los Corintios menciona la epístola que Pablo les había enviado poco después de haber conocido el evangelio. Él tenía el convencimiento de que Cristo le había enseñado a sus discípulos el evangelio, y que los apóstoles se lo habían predicado a ellos. Clemente entendía que habían libros distinguidos que habían sido inspirados por Dios.
En cuanto a este punto, Clemente mostró también ser un hombre piadoso al basar sus consejos sobre la palabra autoritaria de Dios. Su carta, que puede ser leída en aproximadamente una hora, tiene referencias y citas a la Biblia por todos lados. Hay hombres que usan la palabra de Dios para defender sus planteamientos erróneos. Enseñan o escriben cartas usando la Biblia, pero le dan su propio sentido. Clemente no actuó de esta manera hacia los Corintios. Lo que domina este documento no son las palabras de Clemente, sino la palabra de Dios. En esto también es un ejemplo muy digno a seguir.

Los Llamados de Clemente
Clemente no solo señaló lo deficiente en Corinto, pero también presentó soluciones. La gran mayoría de personas fácilmente juzga el mal que hay en otros, pero son contados los que pueden brindar soluciones bíblicas para ayudar en una situación controversial. Se requieren en la actualidad pastores que puedan dar consejos escriturales.
Para ayudar a remediar la controversia y la contienda en Corinto, hizo varios llamados a la iglesia. Les pidió que dejaran atrás la envidia, y les puso el ejemplo de los apóstoles, y cómo fue que la envidia fue la causa por la que fueron asesinados. Clemente es consecuente con el Nuevo Testamento y mandó a que la iglesia se arrepintiese. En ocasiones, hay la necesidad de que un individuo se arrepienta; pero en otras ocasiones, es necesario que haya un arrepentimiento colectivo. Esto es parecido a lo que el Señor le pidió a ciertas iglesias en Asia Menor. Clemente también le pidió a los que estaban generando la controversia que se arrepintieran y que no endurecieran su corazón como lo hicieron los egipcios después del éxodo de los hebreos.
Al pedirles que se amaran y que fueran humildes, les propuso varios ejemplos de personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Para Clemente, estos personajes no fueron leyendas, sino individuos reales que habían dejado un muy buen legado a seguir. El ejemplo más convincente que les brindó fue el de nuestro Señor Jesucristo. Les trató de hacer ver que para tener armonía entre ellos tendrían que humillarse como lo hizo nuestro Salvador. Llama mucho la atención los pasajes que utilizó para presentarles esto. Les citó todo el capítulo 53 de la profecía de Isaías, que sabemos describe las formas tan angustiantes en las que padeció el Hijo de Dios. También les citó el Salmo 22 en los versículos 6-8 donde el Mesías describe lo mucho que fue humillado al estar sobre la cruz, al sentirse como un gusano. Al citarles estos textos, Clemente les preguntó: “Vean, amados, ¿cuál es el ejemplo que se nos ha dado? Porque si el Señor se humilló a sí mismo, ¿qué haremos los que por él hemos llegado bajo el yugo de su gracia?”
Es precioso ver a hermanos del primer siglo disfrutando estos pasajes conmovedores. Dios quiera que estas porciones de la Biblia sigan teniendo un gran impacto en la iglesia en la actualidad, para que dejemos a un lado el orgullo y nos reconciliemos con aquellos que tenemos diferencias. Si el Señor se humilló a tal grado por mí, ¿no podría yo hacer lo mismo por otros?
Clemente también le hizo a los Corintios el llamado de obedecer a Dios, en vez de sujetarse a los hombres, que habían sido responsables de la rebelión. Describió a estas personas como aquellos que se dedicaban a alejar a la hermandad de lo que era bueno. Les hizo el llamado de unirse mas bien a los que fomentaban la paz y la piedad. Debían cumplir con esto, a tal grado, que quizás iban a tener que ofender a los hombres necios, inconsiderados y soberbios; con tal de no ofender a Dios. Les hizo ver que haciendo esto sería reverenciar a Cristo Jesús.
Aprendemos de Clemente que la armonía es esencial para una iglesia, pero no a costas de la verdad. No podemos tener armonía pero al haber puesto a un lado la santidad y la gloria de Dios. Muchos hoy en día prefieren quedar bien con los hombres para no ser mal vistos, aún si esto les hará desobedecer a Dios. Tal cosa nunca debe de ser. Siempre debemos poner a Dios primero, cueste lo que nos cueste.
Conclusiones
Aunque la carta de Clemente no es inspirada, debe ser un texto que nos ayude en cuanto cada uno de estos aprendizajes indispensables de los que él escribió. Si queremos vivir en piedad y humildad, tendremos que seguir los consejos que este varón de Dios presentó por escrito a la comunidad de hermanos en la ciudad de Corinto.
La palabra de Dios no necesita de cosas externas para darle más validez; pero sí es interesante ver todas las maneras en las que Clemente hace ver su confianza en la palabra escrita de Dios. Es la misma palabra que tenemos aún en nuestros días y nosotros podemos confiar plenamente en ella.
Sigamos el ejemplo de Clemente en su ternura, gracia y compasión a la hora de afrontar situaciones difíciles. Por el otro lado, no dejemos a un lado la verdad al hacer esto, como él lo hizo. Los problemas tienen que tratarse desde la raíz y como Dios manda. Imitemos su ejemplo como buen estudiante de la palabra del Señor. Tengamos el deseo que tenía Clemente de siempre honrar a Dios, aún si le costaba su vida, como terminó ocurriéndole.