David Alves Jr.
Jueces 2:1-6
La narración que encontramos en este pasaje, coincide bien con el hecho de que se avecina el fin de otro año, si el Señor no ha venido. Este texto nos lleva a alabar a nuestro Salvador por lo que Él ha hecho por nosotros en la cruz y por su presencia a nuestro lado en este año que ha transcurrido.
Vemos que el Ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim para comunicarle tres cosas a la nación de Israel. Antes de considerar su mensaje, contemplemos al mensajero. Varios pasajes en el Antiguo Testamento hacen ver que cada vez que aparece el Ángel de Jehová sobre la tierra, son apariciones que hizo nuestro Señor Jesús antes de nacer de María.
Pudiéramos considerar varios pasajes para comprobar esto, pero nos enfocaremos en esta ocasión en este ejemplo que estamos viendo en Jueces. Fíjate en lo que dice el Ángel de Jehová. “Yo les saqué de Egipto, y les introduje en la tierra de la cual había jurado a sus padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con ustedes”. Dijo también en cuanto a los cananeos, No los echaré de delante de ustedes, sino que serán azotes para sus costados, y sus dioses les serán tropezadero”.
Un ángel no puede decir que él sacó a Israel de Egipto para introducir a Israel a su tierra. Dios fue quien hizo eso. Un ángel no puede decir que no invalidará jamás su pacto hecho con la nación Hebrea. Dios fue quien hizo eso. Un ángel no puede tener la autoridad para hablar de que no permitirá que Israel saque a sus enemigos de la tierra de ellos por causa de su desobediencia. Dios sí tiene la autoridad para hablar así. No cabe duda que el Ángel de Jehová mencionado aquí es Dios mismo viniendo a la tierra en la Persona de Jesús Cristo.
El mensaje del Señor para Su pueblo tuvo que ver con el hecho de que Él los había redimido de Egipto para hacerles entrar a la Tierra Prometida; les aseguró que no fallaría en el pacto que había hecho con ellos; y que castigaría su desobediencia por no exterminar a sus enemigos como Él se los había mandado.
Nosotros adoramos al Cordero que fue inmolado para que nosotros fuésemos redimidos de la esclavitud del pecado. Cada domingo de este año, nos hemos reunido el primer día de la semana, para conmemorar Su muerte a través de un pan y una copa. El que habló con Israel para recordarles que los había sacado de la esclavitud del faraón, sería el que sufriría sobre un madero para ofrecerle libertad del pecado a toda la humanidad.
Al llegar al final de otro año, y al estar próximos a iniciar otro, nos consuela la segunda cosa que el Señor le dijo a Su nación. Él les aseguró que no invalidaría nunca el pacto que había hecho con ellos. Cristo es aquél que no solo murió para redimirnos, pero es también aquél quien cumple todo lo que promete y que nunca nos faltará ni abandonará. Jesús es el mismo ayer, hoy y por siempre (Heb. 13:8). Él está con nosotros todos los días (Mt. 28:20). Al contemplar el año que ha pasado, nos admiramos de la constancia del Señor hacia nosotros, aún en aquellos momentos muy difíciles por los cuales hemos pasado. Podemos confiar que lo mismo será para el año entrante.
Después de que los israelitas oyeron estas preciosas palabras de nuestro Amado, ellos alzaron la voz, lloraron y ofrecieron sacrificios a Dios. El Señor dio Su vida por ti para redimirte y nunca te falló en este año que ha llegado casi a su final. ¿Le adorarás en los próximos dos días del Señor? Recuerda que este domingo será día 25 y el próximo domingo será día 1. ¿Es el Señor digno para que no permitas que ningún compromiso social tome el lugar que Jesús merece en tu corazón? No faltes. Dale a nuestro Salvador el lugar que le corresponde y adórale por todo lo que Él es y por todo lo que Él ha hecho en tu vida. Al pensar en todo lo que ha hecho por nosotros, solo podemos hacer como Israel, y humillarnos delante del Señor y ofrecerle nuestra adoración.

Gracias.
Me gustaMe gusta