Himnología

“¡Santo, santo, santo! Señor Omnipotente”

David Alves padre

El magistral, y mundialmente conocido, himno “¡Santo, santo, santo! Señor omnipotente”, fue escrito originalmente en inglés por el obispo anglicano Reginald Heber (1783-1826) y traducido al español por Juan Bautista Cabrera Ivars (1837-1916), fundador de la Iglesia Española Reformada Episcopal.

El himno hace un llamado solemne a la reverencia que debemos tenerle a Dios al contemplar su grandeza, haciendo énfasis en varios de sus atributos: Santidad, omnipotencia, eterna existencia, poder perfecto, pureza, y caridad. Seres angelicales y los redimidos de todos los tiempos nos uniremos en exaltar la grandeza insuperable de Dios, nuestro Creador.

La otredad de Dios, un concepto quizás no muy conocido, se define en el himno en cuanto a Dios: “Santo Tú eres solo, y nadie hay a tu lado”. Otredad es la condición de otro. En cuanto a su santidad absoluta, Dios es clase aparte, distinto, sin igual. 

La conclusión: “Dios en tres personas, bendita Trinidad”, capta hermosamente una doctrina fundamental en las Escrituras. Dios es uno pero triuno, siempre ha existido en tres personas: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Estas tres personas y son coeternas, coiguales, y coexistentes. 

En lo que resta del escrito quiero abordar con cuidado algo de suma importancia. Le suplico que lea con cuidado: El himno celebra acertadamente el hecho que Dios es trino, pero no enseña que Dios es tres veces santo.

“Dios es tres veces santo” es una frase que se repite mucho pero que no tiene base bíblica. Lastimosamente, a veces repetimos frases que suenan bonito pero son incorrectas.

Diferentes idiomas tienen sus formas propias de describir algo al grado máximo. En Español añadimos el sufijo “-ísimo” a algunos adjetivos para crear superlativos como blanquísimo, o muchísimo. 

El Hebreo usa el recurso de la repetición triple. “¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová” (Jer. 22:29). Esto no quiere decir que la tierra es tres veces tierra. “A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré” (Ez. 21:27). Tampoco significa tres veces ruina. 

Nos interesa de manera peculiar los que describe Isaías en su visión: “Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isa. 6:3). 

En primer lugar, lo que tenemos en esta escena es un canto antifonal en donde los serafines continuamente y sin cesar, se repiten “el uno al otro” esta frase. Así, “santo” se escucha 3, 6, 9 12 veces… y más. ¡No nada más tres veces! En español podemos repetir la frase “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” en unos 7 segundos, unas 500 veces en un hora, que equivaldría a unas 12,000 veces por día. 

Escribiendo unos 900 años después de Isaías, Juan ve una escena muy similar en gloria: “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (Ap. 4:8).

 ¿Será posible que hay seres celestiales que se dedican de manera exclusiva, continua, e incesante a exclamar lo santo que es Dios?

Pero, también, hay que examinar el porqué de la repetición triple de “santo”. Para esto voy a citar a cuatro expertos.

“Santo, santo, santo, da un significado superlativo de que su santidad está más allá de la expresión humana” (Hughes).

“La triple repetición de santo es la forma más fuerte del superlativo en hebreo. En otras palabras, así como Rey de reyes significa el rey más grande, Señor de señores (Ap. 17:14; 19:16) es el señor supremo, Santo de los Santos significa el lugar santísimo (Éx. 26:33; Dan. 9:24), la repetición aquí exalta la santidad de Dios al máximo” (Oswalt).

“La palabra santo, pronunciada tres veces es enfática o superlativa y apunta a la otredad de Dios. Está completamente separado de cualquier cosa profana o pecaminosa” (Longman).

“Así los serafines afirman que Dios es completamente, totalmente, absolutamente, el más santo de los santos. La santidad es la esencia de la naturaleza de Dios y Dios mismo es la revelación suprema de la santidad. La santidad absoluta de Dios revela cuán separado, diferente o totalmente diferente es Él en comparación con todos los demás aspectos del mundo creado” (Smith).

Nunca limitemos los atributos divinos. Así como Dios no es cuatro veces amor, siete veces misericordioso, o dos veces omnipotente, Dios NO es tres veces santo, Él es absolutamente, infinitamente, santo. 

“¡Santo, santo, santo! Señor omnipotente” hay que cantarlo con el espíritu, pero también con el entendimiento (1 Co. 14:15).

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1 comentario en ““¡Santo, santo, santo! Señor Omnipotente””

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