Cristo en toda la Biblia

Al Justo No Se Le Hizo Justicia

David Alves padre

Una de las asombrosas predicciones que hizo Isaías, con ochocientos años de anticipación, acerca de la pasión de Cristo fue que Él sería sometido a un proceso legal opresivo y violento que resultaría en una sentencia inmerecida.

“Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará?” (Is. 53:8). Estrictamente hablando, a diferencia de otros israelitas de renombre que fueron encarcelados injustamente (José, Jeremías, Daniel, o Juan el Bautista), nunca leemos del Señor Jesucristo en la cárcel. Expertos del idioma hebreo coinciden en que este versículo es difícil de traducir.

La traducción de la Septuaginta (LXX), que leyó el tesorero de Etiopía en su camino a casa, nos ayuda a entender la primera frase: “En su humillación no se le hizo justicia” (Hch. 8:33).

“Su generación, ¿quién a contará?” se ha interpretado como una referencia a su descendencia espiritual, o sea, al incontable número de los que eternamente serán beneficiarios espirituales de la obra de redención. Sin embargo, en vez de interpretar la frase pensando en el futuro y de manera espiritual, es posible considerar “su generación” como sus contemporáneos, y la indiferencia que literalmente mostraron a la sentencia injusta que recibió.

Una traducción libre de Is. 53:8 en Biblia NET (por sus siglas en inglés) dice así: “Se lo llevaron después de un juicio injusto: Pero ¿a quién le importaba?” En las anotaciones al margen dice: “Se lo llevaron sin impedimento y sin el debido proceso judicial, es decir, injustamente y sin nadie que lo defienda”.

La ignorancia de los contemporáneos de Jesús se indica en pasajes como Lc 23:34; Hch. 3:17; 13:27; y 1 Co. 2:8. Pero sus propios discípulos, conociéndolo a Él y las Escrituras, lo abandonaron. ¿Y qué diremos de las alarmantes negaciones de Pedro en el patio de Caifás? Había otro discípulo, conocido de Caifás (¿Juan?), en el recinto sacerdotal esa madrugada que, si bien es cierto, no negó al Señor, tampoco lo defendió (Jn. 18:15).

Isa. 53:8 en la Traducción en Lenguaje Actual, de las Sociedades Bíblicas Unidas, coincide al decir: “Cuando lo arrestaron, no lo trataron con justicia. Nadie lo defendió ni se preocupó por él”.

Expertos en jurisprudencia aseguran que, usando la Ley de Moisés como base, los judíos en los tiempos de Cristo tenían, entre los mejores códigos legales del mundo, el sistema que mejor protección brindaba a los inocentes.

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Historiadores como Flavio Josefo y Alfred Edersheim, y otros, han encontrado más de treinta irregularidades (ilegalidades) en los seis juicios que se le hicieron al Señor, de las cuales destacan las siguientes:

No se permitían juicios durante los días de fiesta. Se celebraba la Pascua.
No se permitían juicios durante la noche. Cristo compareció ante Anás y Caifás antes del amanecer.
No se podía castigar al reo antes de ser hallado culpable. Cristo fue abofeteado en la casa de Anás.
Al llevar a un reo a juicio, se deberían presentar dos o tres testigos. No los hubo ante Anás, Caifás, y el Sanedrín.
Para acusar a alguien de blasfemia, se tenía comprobar que el acusado había usado el nombre de Jehová al blasfemar contra Dios. Cristo jamás hizo esto.
Los judíos no tenían derecho de emitir una sentencia de muerte.
Cada miembro del Sanedrín debía votar individualmente para condenar o absolver, pero Jesús fue condenado por aclamación.
El reo tenía derecho a ser representado legalmente. Cristo compareció solo, sin abogado defensor.
No se le debían hacer preguntas auto inculpatorias al acusado, pero se le preguntó a Jesús si Él era el Cristo.
Si se dictaba la pena de muerte deberían esperar una noche antes de ejecutarla. A Cristo lo crucificaron inmediatamente después de ser sentenciado.

Bajo un manto de legalidad, se perpetró la mayor injusticia en la historia de la humanidad. Cristo “fue tratado como uno tan vil, que fue privado de un proceso justo” (Lowth).

“De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo” (Éx. 23:7), y: “Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente” (Dt. 27:25), había advertido Dios bajo la Ley de Moisés. Judas Iscariote sabía que había pecado entregando sangre inocente (Mt.27:4). El Espíritu Santo testifica, por medio del escritor a los Hebreos, que Cristo era “santo inocente, sin mancha” (7:26).

Apenas unas semanas después de la crucifixión, Pedro arremetió valerosamente contra su auditorio en Jerusalén, diciendo: “Negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida” (Hch. 3:14). Cuando Santiago escribió unos años después: “Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia” (Stg. 5:6), ¿habrá estado haciendo alusión a Jesús, su medio hermano?

¡Qué ironía! Jesús, el reo más inocente que jamás ha sido procesado en la historia fue sentenciado a la pena de muerte más cruel.

Adoramos al pensar que Dios estaba en completo control y que en los designios divinos “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pe. 3:18).

1 comentario en “Al Justo No Se Le Hizo Justicia”

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