Cristo en toda la Biblia

Sansón: El Juez que Entregó su Vida por Otros

David Alves Jr.

Jueces 16

Aunque hay maneras en las que Sansón se asemeja a Jesús, hay muchas maneras en las que es completamente opuesto a él.

Sansón tuvo relaciones con una mujer de Gaza que era una prostituta. Esto se contrasta claramente con el comportamiento absolutamente perfecto de nuestro Salvador. Sansón hizo grandes cosas, pero tuvo grandes caídas. Nuestro Señor hizo cosas grandísimas, mucho más grandes que lo realizado por Sansón; y las hizo sin haber tenido jamás una sola caída.

Al estudiar la tipología de nuestro Amado en el Antiguo Testamento, siempre debemos enfatizar lo supremo que es él en comparación a todos aquellos que sirven como tipos de su Persona.

Sansón huyó de donde estaba con esta mujer antes de que lo apresaran. Con otros dos eventos de los que leemos en este capítulo, veremos a Sansón siendo victorioso sobre los filisteos. En esto queremos resaltar lo invencible y lo victorioso que es el Señor Jesús. A pesar de tantos adversarios que tuvo, a todos pudo derrotarles para así garantizarnos nuestra salvación.

Este juez de Israel, después se enamoró de una mujer llamada Dalila. Al enterarse los filisteos de que estaban juntos, ellos buscaron la manera de que a través de ella pudiesen arrestar a Sansón. Él pudo huir de ellos, aún cuando Dalila le había atado con siete mimbres verdes. Al llegar los filisteos, él pudo zafarse de ellos como cuando una estopa toca el fuego. Lo mismo sucedió cuando Dalila ató a Sansón con cuerdas nuevas. Y lo mismo ocurrió cuando fue atado por sus trenzas a una estaca.

Antes de proseguir, debemos hacer otro contraste entre Sansón y el Hijo de Dios. En cada uno de los sucesos mencionados, Sansón engañó a Dalila, porque él bien sabía que su fuerza radicaba en su cabello largo. Esto por el voto del nazareo con el que había cumplido desde su nacimiento.

Al pensar en esto, tenemos razón de admirar otra vez la impecabilidad de nuestro Salvador. Él nunca engañó a alguien. Siempre habló la verdad. Pedro, quien lo vio por tres años, escribió acerca de él: “El cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en su boca” (1 Pe. 2:22).

Los engaños de Sansón, hicieron dudar a Dalila de que realmente le amara. En el caso de nuestro Redentor, no hay nada que nos haga dudar de su amor. Jamás podría decir algo indebido para que cuestionemos realmente su amor. Nos identificamos con lo que dijo Salomón acerca de su amada, al poder nosotros decir lo mismo del amor que nos tiene el Hijo de Dios. Salomón dijo: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos” (Can. 8:7). Nada puede poner en duda el amor de Jesús por nosotros.

Ahora pensemos en el arresto de Sansón. Dalila cortó su cabello, lo cual permitió a que los filisteos tomaran preso a Sansón. Él pensó que podría escapar como en las otras ocaciones, pero lo que no sabía era que Dios se había alejado de él.

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En esto podemos considerar el arresto de nuestro Señor. En el caso de Sansón, nada pudo hacer para evitarlo porque perdió su fuerza por causa de su desobediencia. En el caso de Jesús, él sí lo pudo haber evitado, porque él nunca perdió su fuerza; pero él permitió que hombres le arrestaran como si fuera un malhechor. Lo hizo porque esto le encaminaría a ser sentenciado a la muerte de la cruz.

Al ser arrestado Sansón, le sacaron los ojos y le “ataron con cadenas de bronce y lo pusieron a girar el molino en la prisión”. Imagínese el dolor y la vergüenza que habrá experimentado este juez en esas circunstancias.

Esto no se compara ni en lo más mínimo con lo que sufrió el Mesías al ser arrestado. Fue atado de manos como si fuese culpable de algo. El Santo pasó la noche encarcelado y el Rey de justicia pasó la mañana siguiente siendo juzgado corruptamente por distintos líderes políticos y religiosos. Se burlaron feamente de él. Le menospreciaron hasta más no poder. Terribles padecimientos fueron infligidos a su cuerpo. Fue humillado en gran manera delante de muchas personas. Sufrió muchísimo más que Sansón.

Los filisteos organizaron una fiesta para adorar a su dios Dagón. Durante ese evento, mandaron a sacar a Sansón de la cárcel para que los entretuviera. Nuestro Señor también fue visto como el entretenimiento de la gente al ser torturado. Sansón salió delante de todos y pidió ser acercado a las columnas. Al tocarlas, le pidió a Dios que lo ayudara, y Sansón pudo derribar las columnas para que él y todos los presentes murieran. De esta manera, Sansón al entregar su vida, mató al mayor número de filisteos que jamás había matado. Sansón dio su vida por el bien del pueblo de Israel.

Pensemos en nuestro Salvador dando su vida en nuestro lugar para darnos la vida eterna y para vencer a sus enemigos. Él anunció que daría su vida al decir: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn. 10:17, 18). Él “se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Tim. 2:6). Jesús se definió como el buen pastor porque “el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn. 10:11). Nuestro glorioso Señor nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Gál. 2:20). Amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por la iglesia (Ef. 5:25).

Toda nuestra adoración sea dada el día de mañana a aquél que lo dio todo por nosotros. Toda honra sea alabada a nuestro Señor quien es invencible y victorioso.


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1 comentario en “Sansón: El Juez que Entregó su Vida por Otros”

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